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dilluns, 7 d’abril del 2014


SANTA ÁGATA DE CATANIA

Por Perspectiva Caballera


Cada año, al inicio del mes de febrero la ciudad de Catania bulle en celebraciones y sus habitantes visten de un modo peculiar. Llevan un gran blusón blanco que les cubre por debajo de las rodillas, un medallón y un gorro que recuerda mucho a los turcos. En realidad el traje emula un camisón con el gorro de dormir. Todo esto tiene una explicación : Santa Ágata de Catania. Esta santa nació en esta ciudad en el año 238. Siendo joven se fijó en ella un procónsul romano llamado Quinciano. La santa se negó a satisfacer los deseos sexuales del romano y por ello sufrió un amargo martirio. Entre otras barbaridades le cortaron los pechos.
Por eso se ha corvetido en una santa protectora de la mujer (enfermedades de senos, problemas en el parto y en la lactancia, etc). En el año 1126 los restos de Ágata, que se encontraban por aquel entonces en Constantinopla, fueron devueltos a su ciudad natal. Llegaron en plena madrugada por lo que los cataneses se levantaron a recibirla con la ropa de dormir. En recuerdo de aquel recibimiento, en la festividad de la santa sus conciudadanos se visten cada año de este modo para las celebraciones.






Además la santa es como un amuleto protector de los desmanes del Etna, por lo que las procesiones de alguna manera son un ritual para pedir que la ciudad quede a salvo de la lava del volcán. El trayecto de dos de las procesiones forma un círculo, uno rodea el casco antiguo de la ciudad y el otro abarca más extensión que el primero. En una de ellas los procesionantes llevan un inmenso candelore, cirio, y cuando digo inmenso quiero decir gigante.



La vertiente profana de la fiesta son esos barracones que proliferan por las calles de la ciudad en donde puede uno abastecerse de toda clase de melindres. Desde frutos secos a dulces con miel y azúcar quemado. Y cómo no, puestos de venta de cirios de todos los tamaños. La Vía Etnea, arteria principal de Catania, es el mejor exponente de todo ello, además de ser el punto neurálgico de la famosa passeggiata.











No menos peculiar resultan los altares callejeros. Son todo un mundo. El pueblo católico es muy dado a ellos y quizá Sicilia se lleve la palma. Fachadas y esquinas de las casas son los lugares más comunes en donde te los puedes encontrar. Siempre curiosísimos, unas veces parecen recién puestos y otras veces totalmente abandonados, como las celdas de los cementerios. Suelen presentarse en los barrios más populares de las ciudades. En Catania pueden contemplarse muchos de ellos, algunos tan sofisticados que disponen de enchufe para encender una lamparilla eléctrica. 









Aquí os dejo un enlace donde podréis comprobar el fervor de los cataneses por su santa. La gente hacinada en la plaza de la catedral para hacer los honores a Ágata. Es una verdadera locura. Dura 36 segundos. Prohibido para claustrofóbicos.




http://www.youtube.com/watch?v=DpRcRMvtmtk

Fotos de Endelgard Somée ( excepto primera y última cuya fuente es Google)


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